Marcela Vallejo
La curadora colombiana Juanita Solano, experta en historia del arte y fotografía, nos cuenta sobre La fiebre del banano, exposición digital que reúne 100 obras de artistas latinoamericanxs sobre la fruta más popular del mundo: una metáfora que revela las estructuras de violencia que moldean la identidad de todo un continente.
Tomada desde las alturas, con el ojo de un drone, la imagen muestra un extenso plantío de la costa ecuatoriana. Nada nos llamaría la atención si no fuera porque en medio de todo ese verde intenso, se alcanza a distinguir un puntito dorado. ¿Lo ven?
3° 16′ 0″ S, 79° 58′ 0″ W | Obra de Maria José Argenzio | Banana Craze
En una segunda foto del mismo plantío, pero esta vez tomada muy de cerca, sabremos de qué se trata: una enorme planta de banano enchapada en oro, el mismo recubrimiento que se usaba en las obras religiosas de las iglesias coloniales.
3° 16′ 0″ S, 79° 58′ 0″ W | Obra de Maria José Argenzio | Banana Craze
La artista María José Argenzio, autora de esta obra, le puso un nombre poco usual: 3° 16′ 0″ S, 79° 58′ 0″ W . Son las coordenadas del sitio donde se ubica aquella planta dorada, algún lugar remoto de la provincia costera de El Oro, al sur del Ecuador, el país que más banano exporta al mundo. La mirada de Argenzio pone en juego los dos productos que más se han explotado en su país: el oro y el banano. Pero sobre todo condensa, en un gesto poderoso, los procesos de extracción que aún atraviesan nuestro continente.
Como esta pieza, la exposición virtual La fiebre del banano (Banana Craze) reúne 100 obras de artistas latinoamericanxs alrededor de esta fruta, desde 1960 hasta el presente. La historiadora del arte y curadora colombiana Juanita Solano cuenta que, junto su colega Blanca Serrano, inició esta reflexión pensando en “el papel de las frutas en las relaciones geopolíticas entre el sur y el norte global, la construcción de realidades coloniales que aún se mantienen y las posibilidades que una fruta como el banano ofrece para entender la historia reciente de las naciones de América Latina”.
El banano es hoy en día la fruta más consumida del planeta. Su producción alcanza los 116 millones de toneladas (suficiente para llenar cuatro millones de containers) y su exportación produce unos 12 billones de dólares cada año. No es una planta nativa de América, pero su cultivo está tan extendido que es la fruta más producida en América Latina y el Caribe. No sorprende por eso que, desde que empezó a cultivarse, el banano ha sido parte de la cultura visual global. En América, sus primeras representaciones se remontan a la Colonia. Y a partir de la segunda mitad del siglo XX numerosos artistas del continente empezaron a reflexionar sobre la importancia de esta fruta en la dieta global y su papel en la historia contemporánea.
De ahí que para Juanita Solano (que codirige en la Universidad de Los Andes un semillero de investigación sobre fotografía activando los archivos del BADAC y un estudio sobre fotógrafas, en especial sobre el Frente Fotográfico, uno de los primeros colectivos de fotógrafas de su país), La fiebre del banano exponga a través del arte los efectos que tiene el cultivo extensivo de esta planta: sus consecuencias medioambientales, las relaciones entre productores, exportadores y consumidores; pero sobre todo, el poder que tiene una simple fruta para revelar algo de nosotros mismos.
Bananasaurius | Moisés Barrios | Banana Craze
Llevaste un doctorado en historia del arte en la NYU, y te especializaste en historia de la fotografía. Has contado que conocer la técnica te ayudó a entender los procesos artísticos e ir más allá de la visión de un espectador común. ¿Cómo te ayudó esa experiencia para pensar la muestra Banana Craze?
Cuando Blanca Serrano y yo terminábamos el doctorado, empezamos a hacer curadurías sobre arte contemporáneo. Nos presentamos a una convocatoria de Cuchifritos, un espacio manejado por un colectivo de artistas en el Essex Street Market, el último mercado original de Nueva York. Ganamos la convocatoria e hicimos Bitter Bites, una exposición con la obra de tres artistas y en ella hablábamos de las relaciones entre el sur global y el norte a partir de la migración y a través de las frutas.
Entonces nos dimos cuenta de que podíamos enfocarnos en una sola fruta y empezar a explorar un mundo gigante. Elegimos el banano por todas las connotaciones contemporáneas que tiene. Hicimos una lista de obras. Encontramos muchísimas y en esas llegó la pandemia. Blanca estaba en España, yo acá en Colombia y nos dimos cuenta de que las humanidades digitales podían ser un medio ideal para materializar nuestro proyecto.
Ganamos una beca de la Universidad de Los Andes y nos pusimos a investigar. La fiebre del banano reúne 100 obras de arte latinoamericano en las que el banano es el protagonista y articula tres temas transversales: violencias, impactos medioambientales y construcción de identidades. La idea del proyecto es que, estudiar estas obras, nos permite comprender cómo el cultivo masivo del banano contribuyó al aumento de las desigualdades sociales en América Latina, transformó formas de vida, alteró paisajes y aportó a la configuración de estereotipos xenófobos, racistas y sexistas de sus habitantes. La exposición permite una visión panorámica de la presencia de esta fruta en el arte contemporáneo, considera varias décadas y numerosos países, además de las prácticas artísticas de la diáspora.
Bananeras | Adriana Martinez | Banana Craze
La exhibición tiene tres ejes: identidad, ecosistemas y violencias. ¿Por qué eligieron clasificar las obras según esos temas?
Una vez que tuvimos una larga lista de obras relacionadas con el banano, empezamos a ver cuáles eran los hilos conductores de esas narrativas, y llegamos a esas tres grandes categorías que engloban las obras de nuestra lista, y que además nos permitieron hacer cruces entre ellas.
La categoría de violencias es una de las más amplias que tenemos. Aparentemente, el banano es una fruta inocua e inofensiva, pero ha sido el motivo de muchas formas de violencias ejercidas por las multinacionales extranjeras y los Estados corruptos en donde se establecieron los enclaves bananeros. Hay diferencias en cada contexto, pero también hay unos patrones en las formas en que fueron establecidos los cultivos.
Una obra interesante para hablar de este tema es Musa paradisiaca de José Alejandro Restrepo, en la que instala muchos racimos de plátano verde en el techo de la galería. En la punta de la flor del banano pone unos monitores de video que en el piso tienen unos pequeños espejos que reflejan las imágenes que están siendo proyectadas. Las imágenes que él decide proyectar son tomadas de prensa y aluden directamente al conflicto armado colombiano, sobre todo a partir de los ochentas cuando se incrementa la lucha contra el narcotráfico. Él establece una relación entre esta ola de violencia generada por una planta, con la primera ola de violencia de la primera mitad del siglo XX, apelando directamente a la masacre de las bananeras.
“Hay un término que se usa en Estados Unidos para referirse a los caribeños migrantes: ‘plátano’. Es una de las maneras en que se ve cómo esta fruta, y en general la comida, ha sido una herramienta para señalar identidades de forma xenófoba y racista”.
En un mundo cada vez más azotado por la crisis climática, hablar de los ecosistemas a través del arte es urgente. ¿Qué tipo de obras incluyeron en esa sección?
Las obras que están ahí exploran el impacto medioambiental del monocultivo de banano en Latinoamérica y el Caribe, abordan temas como la transformación del paisaje, los perjuicios de salud asociados al trabajo en las plantaciones y el lugar simbólico que ocupa el banano en el ámbito de la cultura visual. Ahí tenemos la obra de María José Argenzio, 3° 16′ 0″ S, 79° 58′ 0″ W, cuyo título es una posición geográfica. Ella recubrió una planta de banano en la provincia El Oro, al sur del Ecuador, con la técnica de enchapado en oro, e hizo dos imágenes: una en cenital, donde se ve el puntito dorado en medio de una plantación, y en la otra se ve la planta totalmente dorada a nivel del piso.
Maria José juega con los dos mayores productos de extracción del Ecuador que han sido el oro y ahora el banano, e ironiza con el nombre de la provincia que se llama El Oro. Ella pone sobre la mesa la magnitud y la importancia de la economía bananera hoy, una industria que necesita un montón de regulaciones, sobre todo de tipo laboral.
Expedición Urabá | Alberto Baraya | Banana Craze
La explotación del banano también ha ido moldeando, hasta hoy, nuestra identidad como latinoamericanos. ¿Cómo trabajaron esa idea en la muestra?
Hemos intentado reflexionar sobre las identidades nacionales, culturales, laborales, raciales y sexuales. El banano ha sido un símbolo nacional, pero también una figura usada para hablar de manera peyorativa y denigrar racialmente a personas originarias de las llamadas “repúblicas bananeras”. Aquí hablamos también de xenofobia, racismo y sexismo.
Hay un término que se utiliza en Estados Unidos para referirse a los dominicanos y, en general, a los caribeños migrantes: ‘plátano’. Esa es una de las maneras en que se evidencia cómo una fruta y en general la comida ha sido una herramienta para designar identidades de forma xenófoba y racista. Una de las obras que aborda esto es, por ejemplo, Bananhattan de Yunior Chiqui Mendoza. Yunior hace un mapa de la Isla de Manhattan, jugando con el apelativo de ‘la gran manzana’, pero esta vez transforma la figura en la de un banano. Pone el fondo en amarillo, y en negro, como si fueran las manchas del banano, los lugares habitados por las comunidades dominicanas.
En términos de sexismo, pues evidentemente la forma fálica del plátano ha sido muy provocadora. A las mujeres se les ha sexualizado mediante el gesto de sostener un banano y comérselo. Muchas artistas han revertido esa imagen y han jugado con eso. Una de ellas, es Victoria Cabezas, una artista costarricense que migró a Estados Unidos en los setentas. Cuando llega a estudiar arte, Victoria se da cuenta de que la gente establece una relación directa entre Costa Rica y los bananos. Inicia una investigación y empieza a entender todas las lecturas peyorativas que hay alrededor del banano y las repúblicas bananeras. Entonces, busca revertir esas lecturas a partir de sus obras. Entre las muchas que tiene con bananos, hay una que es un banano suave, de felpa, jugando con la idea del juguete sexual, pero también convirtiendo algo que es duro por naturaleza en un objeto blando y que está, de alguna manera, feminizado, infantilizado. En En el bosque, ella toma ese banano gigante y hace unas fotos de un hombre vestido de saco y corbata en un bosque, enternecido con ese banano gigante de felpa.
Tutti Frutti Market | Adriana Martinez | Banana Craze
¿Cuál fue el papel de las humanidades digitales para la creación de este proyecto?
Fueron una herramienta increíble porque nos permitían escribir textos más largos. Ya no es una exposición que se acababa a los tres meses, y la plataforma nos permitía jugar también con la multiplicidad de capas de lectura que tienen las obras de arte.
Muchas veces lo que sucede en las exposiciones es que al encajarlas en un eje, en alguna medida, uno dirige la lectura del espectador. La ventaja del formato digital es que se pueden ampliar esas posibilidades de lectura y se puede ubicar una misma obra en dos categorías diferentes. Hicimos también una cronología estimulando en el lector un papel más activo en la interpretación, permitiendo a los usuarios crear sus propias narrativas y lecturas.
Este año vamos a hacer la primera exposición física, va a ser pequeña, pero estamos muy contentas. El espacio de exhibición será el Centre for Visual Arts, en la Universidad de Denver. Esta universidad sirve y atiende a una población hispana enorme, y hay muchos estudiantes con problemas de seguridad alimentaria. Es una curaduría a larga distancia. Van nueve obras para allá y una que aún no está en la página que es la proyección de Coquitos de Forensic Architecture y la Comisión de la Verdad.
Coquitos | Forensic Architecture
El proyecto sigue creciendo de a pocos, seguimos encontrando obras y ampliando las reflexiones que nos permite esta fruta. Nuestro objetivo es preservar la memoria del banano en Latinoamérica y construir un discurso en torno a las prácticas artísticas contemporáneas comprometidas con esta realidad.
Frutales Carmen Miranda | Alberto Baraya | Banana Craze
Tears of Bananaman | Jean Francois Bocle | Banana Craze
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