Mariángela Aponte Núñez

A partir de una serie de variadas experiencias colectivas experimentando e intercambiando saberes con distintas comunidades (vecinos del barrio, artistas internacionales que investigan sobre temas similares, etc.), Mariángela Aponte Núñez encontró en las prácticas de sostenibilidad una posible respuesta ante la emergencia de la pandemia de COVID-19 mediante la que se planteaba cómo habitar el mundo cultivando relaciones más respetuosas y armónicas con los recursos naturales y los distintos ecosistemas existentes. La artista experimentó con la reutilización de desechos orgánicos para hacer compost, kombucha, mermelada y compota, vinagre e incluso fibra de papel. También socializó estos aprendizajes compartiéndolos mediante talleres. Uno de sus hallazgos más originales fue la creación de un “cuero” vegano fabricado a partir de la cáscara del plátano. Esta piel vegetal curtida sirve tanto como soporte artístico para el bordado, por ejemplo, como para fabricar prendas de ropa.