Cristina Esguerra Miranda
Al arte lo envuelve un aire de misterio que uno debe descubrir, dijo el artista colombiano Elkin Calderón en el evento de lanzamiento de la exposición ‘La fiebre del banano (Banana Craze)’ a finales de octubre de 2021. Quizá sea esa particularidad de las artes la que abre la mente del espectador, lo hace ser consciente de las ambigüedades de la realidad y lo invita a pensarla desde distintos puntos de vista buscando abarcar su complejidad. Dicho de otro modo, nos propone ir más allá de los estereotipos.
Precisamente eso es lo que hace tan interesante el nuevo proyecto que realizaron las doctoras en Historia del Arte Juanita Solano y Blanca Serrano, con el apoyo de la Universidad de los Andes. ‘La fiebre del banano (Banana Craze)’ es una investigación de la historia y el legado de la plantación y exportación masiva de banano en América Latina, a través de 100 obras de artistas contemporáneos. Debido al enorme impacto que ha tenido el banano en este continente, la investigación de Solano y Serrano es una reflexión sobre sucesos y temáticas que determinaron el desarrollo del siglo XX y que definieron las identidades políticas y sociales de los países de Centroamérica y el Caribe.
Cronológicamente, la primera obra de la exposición es una fotografía de Raúl Corrales de 1960. En ella aparecen un grupo de rebeldes que cabalgan orgullosos con las banderas de Cuba izadas, celebrando la expropiación de la United Fruit Company. La última es ‘Magdalena’ (2021) de Sair García. Entre 2013 y 2021, el artista colombiano realizó más de 90 obras que hablan del río como testigo y testimonio de la historia del país: “Ha sido clave para el transporte de algunos de sus productos más exportados: los bananos y la cocaína,” cuentan las historiadoras del arte en la ficha técnica de la obra.
‘La fiebre del banano’ (Banana Craze)’ es mucho más que una exposición. Es también un extenso archivo que permite explorar en profundidad el tema enfocándose en artistas, países, temáticas o en forma cronológica, y es una investigación en curso a la que se le seguirán sumando obras y artistas, y alrededor de la cual se llevarán a cabo charlas y talleres con artistas.
Solano y Serrano dividieron la exhibición digital en tres salas: ‘Ecosistemas’, ‘Identidades’ y ‘Violencias’. Las obras del primer espacio hacen referencia a los problemas ambientales y sociales generados por los monocultivos de banano. En ‘Sin título (Demeritos)’, por ejemplo, el artista costarricense Óscar Figueroa Chávez “crea ‘lienzos’ de cuyo bastidor desbordaba el plástico de las bolsas azules hasta derramarse y extenderse por las galerías. El efecto abrumador, casi invasivo del mar de plástico azul cubriendo el suelo alude a los efectos destructivos de la United Fruit Company en Centroamérica”. Solano y Serrano cuentan que Figueroa lleva años estudiando el impacto de las plantaciones en la economía de su natal Costa Rica, y que varias de sus obras hacen referencia al nocivo efecto de los pesticidas, que causaban problemas respiratorios a los trabajadores.
En ‘Identidades’, el espectador se encuentra con obras que hablan de los estereotipos racistas y sexistas que surgieron a raíz del poder sociopolítico que ejercían países como Estados Unidos y compañías como la United Fruit Company en la región: tumbaban presidentes, apoyaban golpes de Estado y, como ocurrió en Colombia en 1928, en el episodio que García Márquez hizo famoso, presionaban a los gobiernos para que fueran implacables con los trabajadores que hacían huelgas o protestas buscando mejorar sus paupérrimas condiciones laborales.
Entre las piezas expuestas hay varias fotografías de la serie ‘Antropometrías aproximadas’ del artista colombiano Alberto Baraya. Las imágenes fueron tomadas en Urabá, que a partir de los 60 se constituyó como uno de los grandes centros bananeros del país. En ellas aparece el artista parado frente a un trabajador de las bananeras de la zona quien le mide la cabeza con una especie de pinza. En el borde inferior de cada fotografía aparecen las medidas, siempre ligeramente distintas; pues, como resalta el artista con ironía, hasta las cosas estudiadas siguiendo rigurosas metodologías científicas cambian dependiendo de quién las estudia. Estas obras de Baraya hacen alusión a los estudios antropométricos del cuerpo que en los siglos XIX y XX dieron pie a una serie de creencias y teorías racistas, que supuestamente sustentaban de manera científica la superioridad de unas razas y la inferioridad de otras.
Con frecuencia, las temáticas de las obras les permiten estar en varias salas a la vez. Por ejemplo, la poética pieza de Figueroa también habla de violencias contra el medioambiente y el cuerpo de los trabajadores, y lo mismo ocurre con las fotografías de Baraya.
Al entrar en la sala de ‘Violencias’, el espectador es invitado a reflexionar sobre las formas contemporáneas de colonialismo en América Latina; desde la extracción de los recursos naturales y la compra de tierras a menor precio hasta la explotación de los trabajadores. Un buen ejemplo de esto es ‘Artists Call Against U. S. Intervention in Central America’, del conocido artista pop Claes Oldenburg. En el afiche, Oldenburg utiliza una narrativa pictórica que suele asociarse con el ejército norteamericano para promocionar el movimiento de artistas estadounidenses que rechazaron las intervenciones del gobierno de Ronald Reagan en Centroamérica. “Estados Unidos promovía y apoyaba las guerrillas de derecha –como los contra en Nicaragua– mediante la venta y el tráfico ilícito de armas,” explican Solano y Serrano.
Un recorrido por la página web de ‘La fiebre del banano (Banana Craze)’ hace evidente que esa mezcla de investigación histórica y análisis de importantes obras de arte rompe con esa narrativa dualista que marcó y generó muchos de los conflictos del siglo pasado, y que, por su efectividad, con frecuencia se sigue utilizando en el campo de la política.
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